Hasta hace poco tiempo, cuando pensaba en personas a quienes en el pasado había lastimado, o con quienes había sido innecesariamente rudo, grosero o cruel, solo podía ubicar dos.
Y así, con esa mentalidad viví por un buen tiempo, tranquilo por haber lastimado "solamente" a dos personas.
Sin embargo, un buen día, mientras repasaba esa creencia, vino a mi mente alguien mas, y luego alguien mas...y alguien mas...
...y entonces, preferí dejar de pensar.
Porque hay que reconocer que no es fácil cambiar la percepción que de nosotros mismos tenemos, y el escalón, atril o altar en el que muchas veces nos colocamos, y darnos cuenta de los errores que hemos cometido a través del tiempo.
Y duele.
Pero duele mas que, muchas veces, después de darnos cuenta, deseamos recuperar lo perdido, regresar las cosas a su status original; que una disculpa sincera y el arrepentimiento sean suficientes para borrar el daño causado, suficientes para recuperar la imagen que se tenía de nosotros.
Y duele mas aún, cuando a esa otra persona ya no le interesa el arrepentimiento ni las disculpas, cuando ha conseguido superarlo, tomar la lección que por la fuerza les hemos enseñado, y seguir adelante.
Duele el saber que las palabras, aunque las llenemos de buenos sentimientos y buenas intenciones, muchas veces no significan nada, ni para bien, ni para mal, en quienes han decidido otorgar un perdón inmerecido, en quienes han sabido dejar atrás las afrentas y seguir su vida.