miércoles, 13 de julio de 2011

...de una noche cualquiera

En ocasiones estamos tan ocupados, tan atribulados con responsabilidades, cosas por hacer, pendientes, cosas que sabemos que vendrán, problemas, etc… que decidimos no detenernos a pensar, a bajarle un poquito a la velocidad; detenernos y pensar donde estamos…y a donde vamos.

Últimamente así me he sentido, suceden a diario tantas cosas en que pensar, de que ocuparme, que preveer, que todo el día estoy como rodeado por una nube de pendientes dando vueltas sobre mi cabeza, literal, como si pudieran verse, girando, en ocasiones lentamente, otras tantas, a gran velocidad.

El problema es que, mientras estás “ocupado” apagando incendios, solucionando los pendientes más “urgentes” la nube sigue ahí, a veces pesa, pero mientras te mantienes ocupado, no te detienes a pensar en cuanto. Hasta que llega la noche, y el silencio.

Nunca he sido una persona insomne, de hecho, duermo bastante bien gracias a D_os. Siempre lo atribuyo al cansancio, aunque creo que podría dormir mas, pero en realidad durante el día no me siento cansado como para requerir dormir una siesta, sin embargo, el fin de semana pasado, justamente en el momento en que terminaba el día, la dichosa nube, se abalanzó sobre mi cabeza, y como las primeras gotas de lluvia, esas a las que les decimos “gordotas”, y que anuncian que se acerca una tormenta, empecé a sentir uno a uno los pendientes que fueron acumulándose durante un buen tiempo, y que en ese momento se decidieron a atacar todos juntos, aunque eso sí, uno detrás de otro, dándose la oportunidad de arrancar poco a poquito la tranquilidad que sentía mía, y con ella, la posibilidad de conciliar el sueño; así, pasaron las horas.

Y es que, no es fácil ser el “jefe de familia” y no es que pretenda quejarme, es simplemente que, para cuando te das cuenta, las responsabilidades de las que te haces cargo, podrían parecer demasiadas, aunque nunca serán tantas como las bendiciones y momentos imborrables, porque al final, afortunadamente sale el sol, y aunque la noche en vela pase su factura, la vida sigue, los pendientes siguen dando vueltas, pero si esa noche de insomnio no es suficiente para pensar y articular soluciones que permitan vaciar, secar poco a poco esa nube, ahí estará esperando, noche con noche, a que algún ruido te despierte, te traiga al mundo consciente y ahí, en el silencio, empiece nuevamente a mojarte, a descargarse sobre el lecho donde debías estar descansando, así que para que preocuparse?, cuando lo que hay que hacer es ocuparse?

La estrategia? La misma que ellas usan para atacar…una a la vez.