Ese día estaba escuchando un programa de radio, cuando hicieron referencia de algún personaje local quién recientemente había fallecido y de quien se decía había sido un hombre admirable y constituía un ejemplo para la sociedad. Yo no soy quién para juzgar si alguien merece ser llamado por la sociedad "un ejemplo" pero sí tengo una opinión de quienes han sido y son un ejemplo para mi.
Pensando en eso, quiero hoy contarles de Don José Morales Alvarado, mi abuelo materno.
Mi abuelo fue uno de los llamados "niños de la revolución", es decir, los huérfanos que el movimiento armado de 1910 y años posteriores, fue dejando a lo largo y ancho del país.
Pues, así las cosas, Pepito, en ese entonces fue recogido y adoptado junto con otros niños, quienes a la postre se convirtieron en sus hermanos.
Habiendo crecido, cortejó a la señorita Guadalupe Alejandro (mi "güelita" Lupy). Con el tiempo, se enamoraron y se casaron; unos años después ya tenían tres hijos...y es aquí donde la historia se pone buena:
Don José y Lupy tenían, junto con sus hijos, su familia hecha, sin embargo, en dos hechos trágicos, dos hermanas de Lupy pierden la vida y es así como, ella y su admirable esposo aceptan hacerse cargo de cuatro niños mas. Repentinamente, una familia de cinco, se convirtió en una de nueve, con todas las complicaciones y gastos que eso representa. Aun así, Don José dedicó su vida a criar a sus ahora siete hijos, a todos tratándolos por igual, a todos procurándoles educación y satisfaciendo sus necesidades. A todos cuidándolos como suyos propios.
Años después, cuando sus hijos hicieron sus vidas y a su vez tuvieron a sus hijos, nos amó a todos sus nietos, a todos por igual y si hasta este momento solo puedo hablar de las cosas que me contaban, es a partir de aquí que puedo contar lo que viví con él, lo que recibí de él y como lo recuerdo.
- Lo primero que pienso al recordarlo, es en su oficina: siempre cerrada con llave, un cuarto al final del patio "de atrás" y donde vivía "la Fifi" un boxer que vivió lo que me pareció una eternidad y que le daba a ese patio, junto con un árbol de "jaboncillo", su aroma característico y que tan bien recuerdo. Mi abuelo era dueño de una casa en la colonia Independencia en Monterrey, cuando ésta no era sinónimo de pandillas, ni se le llamaba "La Indepe".
Volviendo al tema de la oficina, al final del patio, cada sábado había que rogar para que el abuelo nos abriera, ya que eso significaba tener acceso a su bodega de dulces (mi abuelo fue dueño de varios cines "de barrio" antes de la llegada de la familia Ramirez y sus "Cinépolis") además, en esa oficina tenía un piano vertical donde le gustaba tocar. La oficina también tenía su olor característico, que yo imagino provenía de los dulces y que no puedo dejar de asociar con las "Lunetas" (las venderán aun?). Recuerdo que la ultima película que vi en uno de sus cines era una de Menudo, en un cine-terraza en "La Boquilla", en Monterrey.
- Mi abuelo tenía la costumbre, para muchos desesperante de que, cuando te daba algo en la mano, principalmente cosas de vidrio, hacía la finta de que se le caían, sieeempre. Le gustaba asustarnos así. Recuerdo que una vez se la devolví, ja!, no le divirtió.
- Don José también tenía la costumbre, que me heredó (o mas bien me apropié y que ahora disfruto tanto), de siempre que fuera posible, probar platillos que no conociera de los menús de los restaurantes. Más de una vez esto me ha costado dolores estomacales, pero cada que tengo oportunidad de hacerlo, pienso en él.
- En otra ocasión, estando toda la familia de vacaciones en Flores Magón, Chih.(Checa el post de Flores Magón), en cierto momento nadie supo donde estaba el abuelo; recuerdo que pasamos toda la tarde buscándolo por el pueblo, hasta que ya habiendo obscurecido, regresó, solo, con dulces para los nietos. Dónde estuvo? Al buen hombre se le antojó ir a bolearse los zapatos a Chihuahua capital, así que, compró un boleto, tomó el autobús y sin avisarle a nadie, se fue. Ese era mi abuelo José.
- Por un tiempo vivió en la casa, recuerdo que me emocionaba abrir la puerta y verlo llegando o regresar de la escuela y encontrarlo sentado al piano tocando algún tango; era bueno al piano!
- Cuando algo lo molestaba o lo sorprendía, exclamaba:"shnga" como inhalando o como evitando que lo escucháramos.
- No era muy bueno siendo "afectuoso" en el sentido de abrazar y besar mucho, recuerdo que si le "ponías" la mejilla para que te devolviera el beso del saludo, lo único que conseguíamos era una o dos palmaditas en el cachete; pero siendo honestos, hacía falta mas?
- Recuerdo que, después de que murió la abuela, mucha de su energía se fue, recuerdo que los mayores decían que él no creía en Dios, que pensaba que la vida terminaba al morir, aunque estoy seguro que muy adentro de el conservaba la esperanza de algún día volver a encontrarse con su Lupita.
- Recuerdo también que cuando ya estaba enfermo, tratábamos que aceptara confesarse, lo que me parece al final hizo, aunque no puedo evitar pensar que, si en algún momento él dudó de la existencia de un Ser Supremo, ese mismo Ser Supremo atestiguó toda la bondad y amor que dio a su familia sanguínea, así como a sus hijos "adoptivos", y eso seguramente le ganó un lugar muy especial allá, donde quiera que esté, al lugar a donde van los hombres que supieron hacer el bien y amar bien.
Mi abuelito José: Un Hombre Ejemplar.
Nota: Me gusta escuchar la canción "El Negro José", me recuerda a mi abuelo...