Cuando pienso en las vacaciones de mi infancia, invariablemente el primer pensamiento es Flores Magón, Chihuahua, y es que precisamente en ese pueblito, a medio camino entre Chihuahua capital y Cd. Juarez, pasé la mayor parte de mis vacaciones de verano y, aunque la frase es casi un cliché, "que tiempos aquellos!"
Cada verano tomábamos un autobús a Chihuahua, del que aún llevo grabado el característico olor a diesel, al grado de que, cuando tengo la oportunidad de pasar cerca de uno, el recuerdo me transporta a aquellos días. Después, ya en Chihuahua, viajar al norte, hasta El Sueco y ahí doblar a la izquierda, hacia Nuevo Casas Grandes.
Fue justamente por aquellos días, en alguna de esas vacaciones, que conocí las "motos pony", la moto en la que llegaba "Yolita", amiga de mi prima (de quien tuve un serio "crush" infantil) y quien era hija de uno de los hombres mas ricos del pueblo. (Parece cuento, pero así era). Ella, tenía un hermano, "Chumita", quien a su vez era super cuate de mi primo. Al final, entre mis primos, Yolita, Chumita y otros niños del pueblo, la pasábamos bomba turnándonos en la moto, lanzando piedras a la acequia (de la que se decía había arrastrado a un niño que nunca mas fue visto) o yendo a pizcar duraznos a los huertos, lo que en consecuencia, significaba comer hasta hartarnos, o hasta adquirir un dolor de estómago, que te dejara tan, o más "vacío" que antes de comerlos.
Ahí mismo, en casa de mis tíos estaba el némesis de mis pantalones: la malévola red de la cancha de tenis. La verdad sea dicha, perdí la cuenta de la cantidad de pantalones que rompí tratando de saltarla, lo que si recuerdo, es que cada verano regresaba con el firme propósito de lograrlo...y nunca pude. Obviamente, quien mas sufría con mis encuentros, era mi madre, quien tenía que tirar a la basura mis pantalones, algunos recién comprados y en aquellos días el horno no estaba para bollos, pero esa es otra historia.
También durante una de esas vacaciones fue que tuve una de mis peores pesadillas infantiles que me condujo a una etapa de insomnio por miedo, del que me tomó mucho tiempo recuperarme y que cuando recuerdo, no puedo evitar sonreír.
Sin embargo, al pensar en "Flores" lo que mas extraño y recuerdo con nostalgia, son las noches tendidos en el concreto de la cancha de tenis, observando al cielo, disfrutando de la cantidad de estrellas que solo se puede ver desde lugares despoblados y que quienes vivimos en ciudades pocas veces podemos disfrutar. Aquellas largas noches escuchando las explicaciones de papá, haciéndonos ver que aquellos puntitos no eran foquitos colgados en el cielo, que eran estrellas, galaxias, planetas, algunos tan grandes o más que nuestro sol y tan distantes que varias vidas no nos alcanzarían para llegar a visitarlos. Recuerdo que me gustaba imaginar que repentinamente la fuerza de gravedad de la tierra cesaba y yo empezaba a flotar hasta encontrarme en el espacio, rodeado por aquella inmensa cantidad de luces en el firmamento.
Que grandes momentos! qué grandes aventuras! que maravillosos recuerdos! Qué grato es pensar en vacaciones y recordar Flores Magón, Chihuahua.
¡Que hermosos recuerdos! todos deberíamos haber tenido experiencias como esa en la infancia. Ahora hay niños q no conocen ni el campo, ni se les ocurre voltear a ver el cielo. Gracais por compartir tan gratas memorias. Sigo leyéndote.
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